Entre las característica que destacan expertos está que los colaboradores deben tener un actitud de cambio y estar abiertos a tecnologías disruptivas.
Más allá de conseguir que las empresas de todos los sectores “se monten en el bus” de la transformación digital, hoy el verdadero desafío se ha centrado en cómo lograr que esa mentalidad digital empiece a hacer parte del ADN de las organizaciones y genere todo un ecosistema que garantice el éxito de las operaciones.
Es así como para Luis Acosta, profesor de Executive Education de la Universidad de los Andes, esa mentalidad digital debe iniciar con un principio básico de sensibilización, comunicación y formación de forma integrada.
“Las organizaciones podrían diseñar una estrategia que permita crear una cultura digital que vaya de la implementación a la adopción, buscando incrementar la usabilidad tecnológica, transformando la mentalidad tradicional a la digital y fortaleciendo los habilitadores que incrementen el logro de resultados”.
Es así como tener una actitud de cambio, socializar el plan de acción y adoptar las nuevas herramientas digitales, sin miedo alguno, encaminarían a los colaboradores a interesarse por las nuevas apuestas digitales.
“Debemos iniciar por incorporar tecnologías digitales disruptivas para ello. Es recomendable el uso de IA, análisis biométrico, employee digital marketing, automatización (RPA/DPA), cloud y human resources/ people analytics, entre otras”, señaló Acosta.
Desde una mirada empresarial, David Ortiz, CEO de la plataforma Siigo, señaló que esa mentalidad digital que deben adoptar las empresas, sin importar el sector, debe estar regida por la innovación y la ganas de “abrazar los cambios”.
“La innovación es necesaria y ahora que los procesos son automatizados trae un sin número de ventajas al reducir los tiempos de gestión para cada actividad, promoviendo que tanto empresarios como colaboradores tengan la oportunidad de dedicar más tiempo al desarrollo de tácticas y competencias complementarias que aporten valor y distinción al negocio”, comentó Ortiz.
Asimismo, el empresario, que ha liderado la transformación digital de esta empresa colombiana, concluyó que es necesario que los empresarios tomen decisiones con rapidez en línea con las exigencias del mercado.
“La pandemia impulsó la necesidad de la digitalización de los procesos en las compañías y en la actualidad esto se mantiene. Por ejemplo, los procesos de ventas se evolucionaron y los prospectos se volcaron a los medios digitales para soportar los procesos de adquisición de productos. Un empresario no le debe tener miedo al cambio, es más, debe ser uno de sus mayores impulsores dentro de una compañía”.
Valor agregado.
En contraste a la necesidad de fortalecer esa mentalidad, que muchos han definido como “ganadora”, Acosta explicó que al no tener una cultura digital adecuada se puede derivar en una barrera para el avance de la adopción de nuevas tecnologías, las empresas podrían tener sobrecostos y ser poco competitivas.
“Desde una óptica financiera, estudios muestran que el no tener una cultura de adopción digital adecuada, esto puede generar un sobre costo de hasta el 45% en iniciativas de transformación digital. Además de solo generar un 56% de retorno. Si a esto le añadimos la guerra por el talento digital, tener una cultura de adopción digital dentro de las organizaciones se vuelve un generador de atracción para este tipo de talento”, comentó Acosta.
Ahora bien, en esa ruta por lograr esa mentalidad innovadora y tecnológica, el experto sugirió realizar un diagnóstico del ADN digital de la organización para establecer cuáles son las bases y enmarcar esos vectores sobre los cuales se focalizará el desarrollo de la cultura y adopción digital de forma sostenible, escalable y exponencial.
“Es clave que toda la organización a nivel interno y en general el ecosistema esté involucrado, desde las juntas directivas, la alta y media gerencia, los dueños de los procesos, sumando el rol frente a clientes, proveedores y la sociedad. Igualmente, es fundamental identificar los stoppers que se deben eliminar o minimizar para poder facilitar la inclusión orgánica de competencias blandas y las capacidades”, comentó el experto.
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