El benchmarking es un fabuloso ejercicio espejo en el que una organización reconoce puntos de encuentro que le puedan permitir crecer.
Las empresas no son estructuras que funcionen de manera aislada. Conviven con otras organizaciones y fenómenos que permiten que exista una retroalimentación para direccionar su rumbo, tomar decisiones, mantenerse o transformarse.
Esta perspectiva de las organizaciones parte del análisis conocido como sistémico, el cual nos habla de las organizaciones como sistemas que se autorregulan y conviven en interdependencia con otras entidades que de igual manera son consideradas sistemas.
Tomar en cuenta este corte analítico para una organización trae consigo muchas ventajas de desarrollo organizacional. Una de ellas, que es pertinente a esta teoría de las organizaciones, es el benchmarking.
El benchmarking es, en pocas palabras, una evaluación de los puntos más fuertes y contrastantes de una o más organizaciones para la exploración y desarrollo de nuevas ideas en una empresa (la que ejerce el benchmarking). Algo así como un ejercicio espejo en el que una organización reconoce otros puntos de encuentro y ausencias que le puedan permitir crecer.
Reconocer estas similitudes y ausencias en otras organizaciones permitirá a una empresa innovar de manera interna o externa procesos organizacionales. También hará posible tomar decisiones de inversión o encontrar aquel producto/servicio que marcará una diferencia en el mercado.
Antes de realizarlo debes tomar en cuenta tres puntos: Conocer el entorno donde se encuentra tu organización: el entorno político, económico y cultural.
Identificar a los principales competidores: aquellas empresas que son tu competencia directa.
Saber qué tipo de información buscas comparar: los puntos angulares de tu organización en contraste con los de tus competidores.
Esto solamente es el primer paso, pues existen diversos tipos de benchmarking de acuerdo a lo que quieras fortalecer o innovar, cuya fuente de información proviene de diversos lugares. Los que generalmente resultan más útiles son los siguientes: Benchmarking interno: consiste en observar y comparar los distintos departamentos de tu organización. Haciéndolo, puedes identificar sus mejores cualidades funcionales en aras de dilucidar cómo podrían mejorar otros departamentos de tu empresa.
Benchmarking de competencia: este es el clásico, el que más se conoce. Consiste en llevar a cabo un análisis de los competidores de tu empresa.
Benchmarking funcional: este pone a trabajar la imaginación corporativa, en tanto que el análisis se enfoca en otras empresas que no son homólogas a la tuya en productos y servicios. Por ello, la observación de procesos distintos en organizaciones diametralmente opuestas, pueden dejar una buena senda para construir nuevos procesos que funcionen en tu organización.
En X eleva Group sabemos perfectamente que los sistemas organizacionales conviven unos con otros y aquello que marca la singularidad de cada uno es el constante y riguroso ejercicio del análisis, así como el de la imaginación corporativa.
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