Hace quince días en la columna ¿Y del costo país qué?, sugería que no solo deberíamos concentrarnos en el análisis de las consecuencias de la tributaría para el empleo y el desarrollo empresarial futuro, sino que deberíamos revisar también el efecto que tendría para el país que simultáneamente estén subiendo los costos laborales, los energéticos, los logísticos y obviamente los tributarios. A su vez quedamos con el compromiso de revisar cada uno de los componentes del costo país. Sin embargo no entraré a revisar los efectos de la tributaria, como dirían en el congreso, ya existe suficiente ilustración. Lo que sí creo que vale la pena es profundizar es en lo que puede suceder con los costos laborales en Colombia.
Hoy en Congreso de la República cursan más de 60 proyectos de ley que abordan asuntos laborales. Gran parte de ellos son necesarios y seguramente si los analizamos individualmente su finalidad probablemente es loable.
El problema no es este, la dificultad gravita en que históricamente la sumatoria de las garantías aprobadas por el congreso terminan subiendo los costos laborales. La realidad es que cada vez que se aprueba una nueva norma laboral, normalmente se genera un costo adicional para generar empleo.
Revisemos unos ejemplos para hacernos una idea: a) proyecto que pretende pasar las vacaciones de 15 a 28 días. b) limitar la prestación de servicios y eliminar tercerización C) reducción del horario de la jornada nocturna de las 9 de la noche a las 6 de la tarde. Adicionalmente a toda esta hemorragia legislativa laboral actual e histórica, muy pronto entrará a discusión por parte del Ministerio del Trabajo el nuevo estatuto laboral.
Los números pasados y presentes muestran que es muy taquillero presentar proyectos de ley en esta materia, pues beneficia a los trabajadores y sus familias. Pone votos. Lo que poco se analiza es que con esto se puede estar generando selección adversa para la población que han pretendido beneficiar. Que el agregado de beneficios está volviendo cada vez más rígido el sistema en un mundo donde las personas que quieren trabajar están buscando flexibilidad.
Adicional a todo lo expuesto ya se nos avecina la discusión del incremento del salario mínimo. La fórmula utilizada para ello es inflación más productividad. La inflación para este año la estiman algunos cercana a 11,4% y la productividad a 1,6%. Es decir 13%. Lo usual en los últimos años es que los gobiernos otorguen 1 o 2 puntos adicionales.
Creo que está claro y se cae de su peso que los costos laborales querámonos o no, van a subir. El salario mínimo se incrementará muy seguramente por encima de 13%. Adicionalmente es probable que el congreso apruebe una que otra norma nueva que aumente los costos laborales. Y falta ver que pasa con el nuevo estatuto laboral, que seguro tendrá el mismo efecto.
Lo paradójico del asunto es que el gobierno lo que dice querer es generar empleo. La pregunta es, ¿cómo? El empleo no se decreta ni se da por generación espontánea, se deben crear las condiciones para que florezca. ¿Cómo van a generar empleo las empresas si suben los impuestos, suben los costos laborales, sube la gasolina, si suben los costos logísticos? ¿Cómo hacerlo si todo está subiendo?
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